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el mundo fragmentado

16 de diciembre

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Algunos días de invierno, Sevilla se asoma a Madrid con su luz.

La navidad es una fiesta unánime en todo cuanto toco: las calles, los bares, los periódicos, las librerías. Nada se escapa a una estética de consumo rápido, intenso, fuerte, áspero en ocasiones, de usar y tirar en unos cuantos días. Reconocida mi derrota, sólo me queda pactar con el enemigo, aunque desconozco quién es mi enemigo y cuál es el precio que me pide. La navidad me recuerda a Venecia : si uno se aparta de los lugares llenos, torrencialmente llenos de turistas, puede conseguir disfrutar de la ciudad , pero cómo se aparta uno de la navidad en una ciudad como Madrid. No existe espacio para la tranquilidad en estas fechas.

La muerte de Pinochet, y su imputación en España,  ha conseguido que Chile cambie la tendencia al uso en latinoamérica. Ahora nos llaman hijos de puta a los españoles los seguidores del dictador, es decir, la derecha de siempre. La izquierda chilena, por el momento, nos defiende. O simplemente guarda silencio.

El proceso de paz se muere. Llegan los cadáveres. Ha dicho un portavoz de los verdugos.

El elegante vestido negro que la actriz Audrey Hepburn lució en 'Desayuno con diamantes' se ha subastado en Christie's por 467.200 libras. Toda melancolía tiene un precio.

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Me invitan a la presentación de un libro del periodista José María Calleja y el profesor Ignacio Sánchez Cuenca. Trata sobre las víctimas del terrorismo etarra durante todos estos años. El título, "Desde la primera a la última víctima", da a entender que la actual tregua supondrá el epílogo de estos dramáticos años y el final definitivo de la violencia. No hablan así los periódicos hoy e incluso los llamados *entendidos" que, como Txema Montero, afirman que ETA volverá a matar en breve plazo. En cualquier caso, no pienso ir. Me cansa este tema y esa *fina oportunidad* de algunos para estar continuamente escribiendo la misma crónica de siempre. Sobran cronistas y faltan ingenieros políticos en la cuestión contraterrorista. Son demasiados opinando y pocos haciendo  por conseguir que llegue la paz. Mientras, como si no fuera con ellos, los políticos hablan que de este tema habrá noticias para *después de las vacaciones*, como si la muerte y el crimen tuvieran también su calendario laboral y festivo.

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