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el mundo fragmentado

6 de septiembre de 2006

6 de septiembre de 2006

Entre trozo y trozo de pan, busco un poco de tranquilidad y encuentro este Ciber (¿se escribe así?) donde dejar algo de mi neurosis laboral. La mañana está siendo dura, no  tanto por la búsqueda del santo pagador y su becerro de oro como por el calor que cubre Madrid desde primeros de mes. Llevo en mi mochila de esperas el libro Guerra de España, de Juan Ramón, pero no encuentro el momento ni el lugar de comenzarlo por alguna de sus numerosas partes. Libro de casi quince años, desde su salida de Madrid hasta se vuelta a aquella España negra que tanto daño nos ha hecho.

Al comienzo, una carta de Antonio Machado donde agradece la ayuda de JRJ a la República española, en contra de la opnión de algunos. Entre esos algunos estaban Alberti y Bergamín, de cuyas revolucionarias estupideces salió por piernas el de Moguer escondido en un camión de madera. También esa España negra ha llegado hasta nosotros en un revoltillo que todavía no hemos sido capaces de diferenciar.

Se ha terminado el café solitario mientras escribía estas líneas.

No muy lejos de donde me encuentro, Madrid trazó una línea divisoria con sangre inocente y alguna culpable. Ahora que tantos se apuntan al carro de la desmemoria, ahora que puedo comprobar tanta manipulación en documentales de televisiones autonómicas, como la vasca, donde aquellos gudaris, por los visto, luchaban por Euskadi y no por la República, bueno será decir que si alguna vez existió alguna posibilidad fue gracias a Madrid y sólo a Madrid. Nunca una ciudad, hasta esa fecha, hizo tanto por tantos. Tres años de vida y muerte a la espera de los soles de primavera: al final llegó un duro y largo invierno.

Me marcho. La espera siempre tiene su pitido final.

JRJ dijo que la poesía no debía alterarse ni por una guerra. La guerra, añadió, sólo debía hacer esperar a la poesía y poner al poeta al servicio de la verdad. Grande JRJ, andaluz, como tantos y tantos. Es decir, universal. Como el deseo de aquella República.

(cuando lo andaluz es sólo un adjetivo)

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