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el mundo fragmentado

1 de octubre de 2006

1 de octubre de 2006

A veces, sólo a veces, busco un libro en mi librería, seguro de encontrarlo, pero no. Podría jurar ante todos los dioses que ese libro lo tengo, lo he leído y hasta me he acercado a ese lugar concreto de la estantería porque no tengo ninguna duda que siempre ha estado allí, donde lo coloqué el primer día de su compra. Pero el libro no aparece.

Por ejemplo, anoche buscaba Catedral de Carver, editado en Anagrama. ¿No lo compré en aquella librería de Sevilla? Me pregunto dónde van a parar esos libros perdidos en nuestros espacios físicos pero atrapados eternamente en nuestra mente. Incluso Carver, seguro, habrá escrito un maravilloso relato sobre esas pérdidas, tan cotidianas.

También es verdad que a veces, sólo a veces, algunos de esos libros perdidos, o huidos, vuelven y, sin mayor esfuerzo, una tarde o una mañana, aunque en mi caso será una madrugada, aparecen ante nuestros ojos. ¡Malditos! ¿Dónde os habíais metido? Ni respuesta.

Así me veo muchas veces como el padre de familia que espera la llegada del hijo después de una noche de fiesta. Sentado junto a la librería, mirando el reloj cada poco y diciéndome que esta vez me va a oir en cuanto llegue.

Y es que a esta literatura no hay quien la entienda.

1 comentario

Mnemosine -

¡A mi me pasa justo lo contrario, los libros se multiplican!... comienzo a sospechar que procrean a la luz de velas que soy incapaz de observar.

¡Qué los dioses me libren de los hijos!