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el mundo fragmentado

12 de Mayo de 2006

Después de que morimos, dice Rulfo, lo que quedan son nuestras voces, como fósiles resonantes del inframundo. 

Bronquista Pujalte

Es dificil recordar alguna intervención inteligente o meramente ingeniosa del diputado del PP Vicente Martínez Pujalte, pero muy fácil encontrarle soltando frases ofensivas y protagonizando broncas. Ayer fue expulsado del Pleno del Congreso tras recibir tres avisos del presidente de la Cámara, Manuel Marín, por su comportamiento impropio, y en particular por sus comentarios a voces cuando intervenía otro diputado. Las imágenes de televisión muestran la actitud chulesca de Pujalte al negarse a acatar la orden del presidente, subrayada con grititos de "llame a la policía" y gestos como de manos esposadas. Esto último en referencia al caso Bono. Lo peor fue que el resto de los miembros de su grupo le despidieran-cuando por fin salió del hemiciclo, realizando una doble reverencia burlesca al presidente- con una ovación: como si fuera un torero tras una gran faena. (Toreo de salón: como el de los diputados del PP en la Asamblea de Madrid que se esposaron con unos grilletes de plástico al grito de "Alonso, dimisión", a cuenta del mismo asunto)

En casi todos los partidos hay algún especialista en bufonadas y broncas. Cuesta menos esfuerza gesticular que argumentar, y es más fácil decir que a los militantes los detuvieron por ser del PP que explicar la diferencia entre detención ilegal y llamada a declarar por indicios de delito. Para bronquista no se requiere gran talento, sino una cierta inclinación demagógica: a conectar con los más bajos instintos de los demasiado convencidos de algo. Suelen tomarse al pie de la letra el sarcasmo de Schopenhauer cuando recomendaba a los faltos de argumentos recurrir a las "alusiones personales" y sobre todo ser "ofensivo tan pronto percibas que tu adversario tiene las de ganar".

EL PAÍS  -  Opinión - 12-05-2006

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