31 de Enero de 2006
Los números hablan. Cuando escribimos "31 de Enero", la imágen, mi imágen, representa una frontera: final de un territorio y comienzo de otro, aun por descubrir. 30, o 31 son números que se encuentran siempre al final de una montaña, coronando trasiegos y recuerdos, pero si escribimos 1, que es el número que va justo detrás de esos dos colistas, nos encontraremos otra vez subiendo la misma montaña. Es cosa de magia, o de números. También existen números que nos indican emociones, como los números de las casas donde vivimos, los años que hace que no recordamos los recuerdos, las veces que hemos mirado por la ventana para ver si llueve, el tiempo, medido en números impares, que hemos perdido deseando amar eternamente lo imposible...Las emociones que se esconden tras los números llevan siempre un gorro de color verde y miran de forma despiadada: no andan con chiquitas. ¿Podríamos escribir una novela que sólo tuviera números?
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