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el mundo fragmentado

21 de Junio de 2006

21 de Junio de 2006

El desastre de la política catalana tiene difícil comparación. Después de tres años de gestación y parto de un Estatut imposible de digerir, don Pascual Maragall va a anunciar hoy que no vuelve a ser candidato a la Generalitat. Si lo echan o se va es indiferente para el descosido que deja en el PSC y en las esperanzas de miles de personas de la izquierda catalana que hubieran querido un socialismo alejado del nacionalismo [de derechas] catalán.

Maragall es un burguesito para el que el nacionalismo forma parte de su ecosistema natural y el socialismo representa la redención por su sentimiento de culpa. Abundan estos ejemplares en Cataluña. Algunos de estos burgueses e intelectuales catalanes han marcado la historia de España de los últimos 150 años de la manera más trágica sin contar con la opinión de electores y partido.

Decía don Pascual hace tiempo que su aspiración mayor consistía en convertirse en expresidente de la Generalitat. Dentro de poco lo verá cumplido. Su desastre sólo ha tenido un punto positivo: la movilización de un sector de la sociedad en contra del nacionalismo catalán. No ha sido por su voluntad sino por la montaña de errores cometidos en su gestión. El precio a ese acierto involuntario lo pagará un sector del PSC y el PSOE que no terminan de enterarse que ser nacionalista y de izquierda no sólo es incompatible sino antagónico.

Don Pascual se va dejando la desolación tras la batalla de su estupidez nacionalista.

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