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el mundo fragmentado

Marina Dor, Ciudad de Vacaciones

Marina Dor, Ciudad de Vacaciones

Estaba yo dividiendo el átomo, cuando sonó el teléfono. En realidad era la tercera vez que sonaba, mostrándome el aparato (de teléfono) un número privado, imposible, de los que cabrean: a alguien oculto no le digas ni hola ni le muestres tus zapatillas, tengo como lema. A la tercera, a pesar de la concentración en las tareas propias de una tarde solitaria, eterna, tranquila, con mi mujer perdida en la ciudad y sin perrito que me ladrara, lo cogí. O lo descolgué, que los teléfonos, como los adolescentes actuales, siempre andan colgados.

- Dígame

- Marina Dor, Ciudad de Vacaciones

¡¡¡No me lo podía creer!!!. Una voz femenina, indeterminada, lánguida y como lluviosa se prentaba como "Marina Dor, Ciudad de Vacaciones". Mi mente estaba preparada para responder a Teléfónica, Jaztell, Auna, la del Círculo de Lectores, el cobrador enmascarado, Bankinter, la encuesta imposible, Anesbal o Anesval,  que no sé ni lo que es ni cómo se escribe pero que no para de llamar, y hasta al espíritu santo, que es normal que se oculte a la primera llamada, para no asustar, o a cualquiera de esa tropa de clandestinos que no terminan de enterarse que NO ME INTERESA NADA, pero que NADA, de lo que venden. ¡Que no tengo un duro, hostias! Y mira que se lo he dicho mil veces. ¿Pero Marina Dor?

A una urbanización no se le puede dejar con la palabra en la boca y decidí con rapidez, y cierta sorpresa, prestarme a una conversación entre un conjunto de adosados con piscina colectiva y pista de tenis y un ser humano en busca de la salvación del mundo, como cualquier vecino.

- ¿Nos conoce?

- Desde siempre. Fue lo primero que se me ocurrió, aunque no dejaba de ser verdad. Llevo escuchando sus anuncios, creo, desde la infancia y siguen y siguen sin que tengamos noticias hasta la fecha del día previsto de finalización y entrega (¿son eternas las playas del Levante español?).

- Seguramente, D. XXXX, estará usted cansado, andará buscando un lugar donde relajarse, disfrutar de la naturaleza, dejarse llevar por sus instintos, sus aficiones, sus emociones, lejos de la vida diaria y sus complicaciones...

Era evidente que me conocía. Yo era ese hombre. Sin duda.

- ...en Marina Dor, Ciudad de Vacaciones, tenemos la respuesta a sus deseos...pero debe usted darse prisa, ya llevamos vendidos quinientos adosados...

¡Quinientos adosados! ¿Existe mente humana que pueda imaginar tales cifras? No la dejé seguir y pasé al ataque

- ...perdone, ¿y algo lejano de esos quinientos adosados, algo más apartado, aunque no tenga piscina ni pista de tenis?...

- ¿No pretenderá usted relajarse sólo? La voz lánguida, como un trueno, se tornó un poco agresiva. Empezaba a sonar como un adosado en medio del desierto.

- Pues sí, le corté. A eso aspiro. Relajarme solo y a ser posible sin mí, pues me sobro, añadí en el mismo tono adosado que mi interlocutora.

Esta vez me colgó ella, mi Marina Dor "Ciudad de Vacaciones".

No lo creerán, pero cada vez, desde aquel día, que suena el teléfono con un número oculto, deseo que sea ella, mi Marina Dor "Ciudad de Vaciones", la única, hasta el momento, que ha sabido hacerme un diagnóstico certero sin cobrarme.

Mientras, seguiré dividiendo el átomo.

 

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