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el mundo fragmentado

23 de octubre de 2006

Ya hace 40 años de Blow Up, una película que marcó mi mirada del mundo.  

“La mayor dificultad con la que me he encontrado ha sido la de representar la violencia de la realidad. Los colores embellecidos y edulcorados son a menudo los que parecen más duros y agresivos. En BLOW UP, el erotismo ocupa un lugar de máxima importancia, pero, a menudo, se pone el acento en una sensualidad fría, calculada. Los rasgos de exhibicionismo y de vouyerismo están especialmente subrayados: la joven mujer del parque se desnuda y ofrece su cuerpo al fotógrafo a cambio de los negativos que tanto desea recuperar.” (Corriere della Sera, 12 de febrero de 1982)

Adaptación del relato “Las babas del diablo” de Julio Cortázar , que cuenta la historia de Roberto Michel, un traductor chileno que vive en París. Aficionado a la fotografía un domingo fotografía a una mujer que besa a un adolescente. La mujer le pide el carrete enfadada,al momento un hombre de sombrero gris se una a la mujer en la petición. Michel se alegra de que el chico haya logrado abandonar el lugar. Pero, cuando amplía las fotografías en casa, imagina que las imágenes cobran movimiento y que el chico no ha logrado escapar. El fotografo acaba mirando al cielo con impotencia a través de un “rectángulo clavado con chinchetas en la pared de su habitación” .

“[...] su héroe favorito es el que mira. Es peligroso, ya que al observar, al mirar más tiempo del necesario[...], se desequilibra el orden establecido, en tanto que, normalmente, el tiempo exacto de una mirada es algo que dicta la sociedad”. (Roland Barthes)

Cuando se utilizan ampliadoras [...] pueden verse cosas que probablemente el ojo desnudo no sería capaz de captar [...]. El fotógrafo de BLOW UP, que no es un filósofo, quiere ver las cosas más de cerca. Pero lo que sucede es que, al ampliarlas demasiado, el objeto se desintegra y desaparece. por lo tanto, hay un momento en que asimos la realidad, pero ese momento pasa. Este es en parte el significado de BLOW UP” (Michelangelo Antonioni)

 

La secuencia final de BLOW UP es fundamental para el curso del film y su temática. Es una de las más celebres y seguramente una de la que más fuerza guarda: de vuelta al parque en que la intriga comienza cuando dispara indiscretamente a la pareja, el fotógrafo asiste a un partido de tenis protagonizado por un grupo de hippies mimos de caras pintadas de blanco. Jugadoras y publico asistente siguen atentamente las idas y venidas de una pelota invisible entre uno y otro lado del campo de tenis. La secuencia es larga, se fija en los gestos de los jugadores y en el ritmo de los movimientos de cabeza de los espectadores. Cuando la vista de todos se dirige fuera del campo, indicando que la pelota ha caido fuera de su alcance, el fotografo la recoge y se la devuelve para que el juego prosiga. La puesta en escena es perfecta, la escena es muda a excepción del ruido de la pelota, una pelota invisible. Varios segundos después el fotografo desaparece, se hace invisible, es un objeto que se desintegra como si hubiese sido expuesto a una ampliación sobre otra ampliación hasta desaparecer y desasirse de la realidad.

El juego entre la verdad y la fantasía, lo que fue y lo que pudo haber sido, lo que sucedió de verdad o lo que tal vez no sucedió nunca; ese extraño camino por el que deambula el protagonista durante 24 horas, de un amanecer a otro, enmarcado en la fantasmagórica presencia de un grupo de extrañas gentes de rostros pintados de blanco, será uno de los mensajes más profundos que el cine nos haya dado. Ese juego final donde el protagonista acaba por intervenir para, después, disolverse y dejarnos la amargura de no saber si realmente hemos llegado a conocer o ha sido tan sólo un espejismo.

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