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el mundo fragmentado

4 de Abril de 2006

4 de Abril de 2006

Negra y criminal

 

 

 

 

El Puñal de Jorge Luis Borges

 

En un cajón hay un puñal.
Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado; Luis Melián Lafinur se lo dio a mi padre, que lo trajo del Uruguay; Evaristo Carriego lo tuvo alguna vez en la mano.
Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él; se advierte que hace mucho que lo buscaban; la mano se apresura a apretar la empuñadura que la espera; la hoja obediente y poderosa juega con precisión en la vaina.
Otra cosa quiere el puñal.
Es más que una estructura hecha de metales; los hombres lo pensaron y lo formaron para un fin muy preciso; es, de algún modo eterno, el puñal que anoche mató un hombre en Tacuarembó y los puñales que mataron a César. Quiere matar, quiere derramar brusca sangre.
En un cajón del escritorio, entre borradores y cartas, interminablemente sueña el puñal con su sencillo sueño de tigre, y la mano se anima cuando lo rige porque el metal se anima, el metal que presiente en cada contacto al homicida para quien lo crearon los hombres.
A veces me da lástima. Tanta dureza, tanta fe, tan apacible o inocente soberbia, y los años pasan, inútiles.

♥♥♥♥♥♥

 

La relación con mi peluquero avanza. Si bien, en un primer momento, adopté el silencio como mejor forma de combate a su insistencia en conocer partes de la historia de mi vida, he de admitir que cambié de estrategia pronto, justo en el momento  que pude comprobar que cualquier respuesta, aun las más absurdas, calmaban su ansiedad de conocimiento con más celeridad que la negativa a proporcionarle algún dato cierto sobre mi real experiencia.

Estamos en el sexto año de nuestra relación y resumo parte de la ficción y el relato que nos une: soy una especie de ingeniero con grandes conocimientos sobre la problemática del agua en España, donde, desde hace tiempo, me dedico a elaborar un proyecto que pueda unir la zona húmeda con la seca de nuestra península, incluida Portugal, y terminar con el terrible problema de la sequía. Por su parte, mi peluquero tiene *tierras*, sin que se pueda especificar hasta la fecha su cuantía y lugar, aunque todo hace indicar que se encuentran por la zona de Castilla la Vieja. Esas tierras tienen vides y posibilitan el suministro anual de vino para una familia, la de mi peluquero, compuesta por un número indeterminado de personas, aunque a lo largo de estos años han sido censadas : esposa, cuñado, *mi otro cuñado* y suegra, además de Andrés , a quien no situaremos en la trama familiar pues no existe constancia del parentesco.

Hoy he ido a pelarme: mi peluquero quiere construirse un pozo y solicita mi consejo. Yo le digo que me pele muy corto y que espere hasta el verano, pues la primavera dicen que viene cargada de agua. Cuando se disponía a cuadrar las patillas, ha comenzado a llover. Poco, pero lo suficiente como para que mi peluquero, sonriente, me dijera: lo que hace el saber.

Seguirá.

 

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