22 de febrero de 2006
Onetti se pasó los cinco o seis últimos años de su vida en cama, vuelto hacia la pared, ignorando la luz de la calle y las plantas que dispuso Dolly en el balcón de su casa. Delante de él, en la pared, hubo siempre un retrato de Joseph Conrad, recortado de un periódico; leía novelas negras, y otros libros que le servían de La Chula, la librería vecina, y decía que no se levantaba de la cama "porque me muerde la perra Biche".
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