Tres tristes tigres
( Chucho Valdes - Punciana )
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La Habana para un infante difunto es uno de esos libros en los que llegando a la página 150 ó 200 se da uno cuenta de que no ha pasado nada y nada pasará en las siguientes 400, algo similar me ocurrió con El cuaderno gris. Esto a mí no me molesta, sólo advierto, como lo haría Roberto Bolaño con la Montaña mágica, no es un libro apto para desesperados.
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Severo Sarduy
Uno, de Big Bang
" Escritos en el suelo han quedado los signos de la muerte.Y en los mosaicos de piedra roja el estampido de los rostros de oro. La humedad ha cubierto los frescos. En la escaleralas manchas de los pies rajados. El polvo ennegrece el resto. La ventana está abierta. La ciudad saqueada. "
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