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el mundo fragmentado

La manifestación de Sevilla

Por FERNANDO IWASAKI
Como miles de sevillanos, el domingo 1 de octubre acudí a la manifestación convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, porque no deseo que la negociación con ETA termine en una rendición del Estado de Derecho. Sin embargo, para mí fue una sorpresa que los organizadores también convirtieran esa manifestación en una estrepitosa demanda de explicaciones sobre lo ocurrido el infausto 11 de marzo de 2004. Creo que ese cambio de guión debilita la legítima defensa de las víctimas y no quiero dejar de expresar mi estupor.
Hace más de tres años acudí a una manifestación contra la guerra de Irak, a sabiendas de que encubría un ataque contra el gobierno del Partido Popular. Yo no estaba contra el gobierno, pero sí contra la guerra de Irak. ¿Cuántos votantes o militantes socialistas habrán ido a la manifestación del domingo pasado después de hacer el mismo razonamiento? Estoy seguro que hubo muchos como Gotzone Mora, concejala del PSE en Getxo. Sin embargo, una cosa era protestar contra el llamado «proceso de paz» y otra muy distinta utilizar la manifestación para acusar al gobierno de ocultar la verdad sobre la autoría de los atentados del 11-M. El segundo punto no estaba en la convocatoria y me consta que tomó por sorpresa a numerosos manifestantes como yo.
Si el Partido Popular desea ganar las próximas elecciones generales tendrá que atraer votantes del PSOE o por lo menos recuperar los votos que fueron hacia el PSOE el 14-M de 2004. ¿Qué les hace creer que lo van a conseguir avivando la fogata del 11-M? Yo no me imagino a Rosa Díez, Nicolás Redondo Terreros o Maite Pagaza votando por el PP, aunque sí tengan el coraje y la honestidad de manifestarse junto al PP cada vez que las víctimas del terrorismo lo requieran. ¿Es que no se dan cuenta de que están haciendo con el 11-M lo mismo que cierto sector del PSOE hace con la guerra civil y la memoria histórica?
Hay una facción del PP empeñada en crispar la vida política nacional utilizando de manera irresponsable los claroscuros del 11-M, en lugar de atraer nuevos votantes con argumentos más sólidos e irrefutables. Por ejemplo, que durante el gobierno de Felipe González los intereses de las hipotecas estuvieron al 13% y que durante el gobierno de Aznar bajaron a menos del 2%. No es casualidad que los intereses hipotecarios vuelvan a subir bajo el gobierno de Zapatero, pero nadie en el PP ha reparado en que a los votantes españoles podría interesarles más el futuro de sus hipotecas que la teoría de la conspiración en torno a los atentados del 11-M.
Tengo mi propia opinión de la gestión gubernamental del presidente Rodríguez Zapatero, pero también tengo clarísimo que mis verdaderos enemigos son los delincuentes terroristas de ETA, su entorno político-mediático-económico y sus aliados del nacionalismo radical. Y como me consta que dentro del PSOE también hay líderes y militantes que rechazan las negociaciones con ETA «a cualquier precio», considero que manifestaciones como la del domingo pasado deberían servir para atraerlos y no para espantarlos. Mi enemigo es Iñaki de Juana Chaos y no el presidente Manuel Chaves. Mi enemigo es «Txapote» y en ningún caso el alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín. No son iguales y no es justo equipararlos.
La ideología y la educación son dos cosas muy distintas. Un energúmeno siempre será un energúmeno aunque defienda una causa justa y correcta, de la misma manera que siempre será más llevadero discutir con una persona educada aunque defienda las causas más desatinadas y rocambolescas. ¿Quiénes son los más civilizados dentro del PSOE y del PP? ¿Quiénes son los más razonables dentro de los medios de comunicación? ¿Quiénes son los más sensatos dentro de las instituciones y asociaciones que representan a nuestra sociedad civil?
Urge que esas personas se encuentren, a pesar de las mutuas descalificaciones públicas. Las víctimas del terrorismo se merecen tanto el esfuerzo como la renuncia.

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