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el mundo fragmentado

26 de Mayo de 2006

26 de Mayo de 2006

Contemplo sentado en mis nuevos sillones tapizados, previo a esa hora donde la noche se hace unánime, como diría Borges, un programa local, de una televisión local, propiedad de la Conferencia Episcopal, según dicen, un debate o charla en torno a la película/libro El Código Da Vinci. Aclaro que ni he leído la novela ni he visto la película. Toda esa trama me llega por referencias de prensa u opiniones de terceros. La novela dudo que alguna vez la lea; la película la dejo al futuro televisivo, la odiosa casualidad, si la aguanto y/o coincidimos en algún momento. No es de esa pelis que me guste ver en cine.

El debate parroquial lleva a un sacerdote, joven él, y una representante del OPUS, periodista de profesión, convenientemente vestidos ambos con sus respectivos uniformes representativos de sus melancolías. El tema : desmontar las *mentiras* del libro. No entraré en detalle, es lo de menos, pero sí reconocer que en un momento determinado el *serio* programa degeneró, creo que sin la autorización de sus intervinientes, e incluso sin su intención, en un espectáculo propio de Faemino y Cansado, o de esos vídeos de Luis Guridi que circulan por la red y que me parecen geniales.

Así, después de contraponer ficción a ficción como quien nos demuestra los principios de la termodinámica, me vino a la mente uno de esos vídeos cachondos de Guridi donde un sacerdote católico en Africa les pedía a sus negritos alumnos que le hicieran una redacción sobre la marcha del pueblo judio y, aclaraba el misionero católico muy serio, "nada de tonterias o inventos ridículos", ya sabeis, "la separación de las aguas, etc..."Lo normal y comprobado históricamente", terminaba. 

Los sillones magníficos. La ficción cabreada de algunas teles locales es digna de contemplar: el sacerdote terminó diciendo que lo de La Inquisición tampoco fue para tanto...en ese momento di mi primera cabezada.

1 comentario

Itaca -

Yo desde mi sillón contemplaba a la misma hora en una televisión local también el esperpéntico espectáculo de D.Manuel y el más bochornoso aún de los periodistas sin osar hacer las oportunas preguntas.Los tiempos de la Inquisición también inundan la prensa deportiva provinciana.