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el mundo fragmentado

18 de Febrero de 2006

18 de Febrero de 2006

A punto de terminar el bachillerato, me atrapó la novela negra. Por supuesto, Dashiell Hammett, pero también muchos otros autores. Aquella colección de Bruguera la conservo como un tesoro, no por su valor bibliográfico, sino por el valor sentimental de noches y noches de lecturas, hasta caer muerto de sueño. ¡Qué maravilla! La gran mayoría de aquellos autores procedían de la calle, habían pasado por todos los oficios miserables que cualquier maldito escritor actual hubiera deseado, conocían el lenguaje y su fuerza como nadie y eran capaces de describir un mundo en las tres primeras frases de sus libros hasta atraparte en sus historias sin darte descanso. Sabían escribir y contar historias: hacer literatura. ¡Qué añoranza!

He vuelto a leer "1280 Almas", de Jim Tompson, una de las novelas que Gide escogió entre las mejores del siglo pasado, para escándolo de la intelectualidad francesa. Sigue maravillosa. La he tenido que leer con mucho cuidado, pues el libro de Bruguera se deshace entre las manos, a cada página, casi como una vida, o como cualquier maldita historia bien contada.

Luego, al terminar de leerla, me ha entrado sueño, como entonces.

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