( Playa del Lido, Venecia)
Ahora, cuando el ladrón ha dejado olvidada la luna en mi ventana, miro, no sin temor, el viento golpear en la altura.
Voz de mármol, grita el esperpento de una muda tarea, donde ya nadie sabe el color de la última noche.
Agrietado, vence con su sonido de dama en fuego al pálido frontón, adornado por ladrillos enfermos.
Atalaya de la mañana, melancolía en la memoria, recuerdo asesino donde antes hubo todo. O nada.
Como el primer verso o el placer del agua fría en mi garganta.
Declaran mañana donde se dibuja la sombra de la noche.
Ahora que el infinito se hace teorema, suenan lánguidos y tristes los perfiles de una dama altiva que brinca su piel agitada entre las sábanas llenas de lágrimas.
No han vuelto a llamar a la oración pero destiño el claro sol junto a los afilados cuchillos del frío invierno, ya lejano.
Todo como una naturaleza muerta. O casi todo.
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