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el mundo fragmentado

19 de Junio de 2006

19 de Junio de 2006

Mucho se ha debatido intelectualmente en el tiempo sobre la implicación personal en los sistema de terror. ¿No es una simplificación hablar *sólo* de Stalin, de Hitler, o de Franco? ¿El sistema, su arquitectura, es suficiente argumento para justificar, y ocultar en muchas ocasiones, la responsabilidad personal?

Los dos seres humanos de la foto son Javier García Gaztellu e Irantzu Gallastegi. Están siendo juzgados en la Audiencia Nacional por el asesinato de Miguel Angel Blanco, entre otras acciones revolucionarias al uso. Según sabemos, y nos indican sus rostros, no debemos mostrar ninguna preocupación por ellos. Se sienten plenamente responsables de sus acciones, acordes con el sistema de terror  implantado, sonrientes entre ellos y amables con sus familiares, igualmente sonrientes y amables con los inculpados.

Me parecería un error romper ese clima de armonía y serenidad que nos muestran en cada acudida a la Adiencia Nacional. Ellos se sienten bien con sus hechos y conciencia. Nosotros, resto de mortales, debemos respetarlo.

Si son condenados a 50 años, como pide el fiscal, no seré yo quien pida romper esa felicidad tan pornográficamente publicitada. Es más, cincuenta años me parecen poco ante la muestra de gratitud que adivinamos.

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